martes, 17 de septiembre de 2013

Mi encuentro con Caronte.

                                                                                                               
  • Fotografía de la Web :huorgaldorion.wordpress.com.

Ocurrió solo hace unos segundos que ya me parecen una eternidad, todavía parece que puedo tener sensaciones físicas. ¿Es ilusión o realidad? estoy en medio de un desolador paisaje, todo me es familiar, parece un fantástico puzle creado por una mano diabólica. Sus componentes me recuerdan algo pero mi mente no logra encajar esos recuerdos. Será que está comenzando mi transformación. Más bien creo que ya he cambiado pero no he sido consciente de ello. De repente se enciende en algún rincón de mi cerebro una pequeña chispa, parecen escenas de mi propia vida, desfilan frente a mi velozmente como en un tiovivo de ferias pero a mí se me antoja lentísimo. De pronto se ha parado y todo el paisaje parece cambiar, estoy a la orilla de un gran rio de aguas muy claras. Miro el lecho transparente y con tonos verdosos y quedo fascinado por las figuras de animales que allí descansan, entre ellos reconozco algunos míos, duermen placenteramente bajo aquellas aguas que , aunque claras y diáfanas  transmiten una pestilencia especial.
     Mi sentido común me dicta que no debo permanecer más tiempo en aquella orilla del rio. De repente una niebla espesa y pertinaz envuelve las márgenes del rio, una barca se acerca, a medida que está más cerca de  m puedo vislumbrar una gran figura, la del barquero que con su mano me indica que suba a la barca y así lo hago. Me aposento en un extremo de la embarcación para no molestar al nauta que dirige la misma y le pregunto por el precio del viaje. Sin mediar palabra alguna me indica que son dos monedas con un significativo gesto de sus dedos y sin volver la cara siempre muy atenta a la embarcación y al rio. Entonces un escalofrió primigenio recorre todo mi cuerpo al ver sus dedos sarmentosos y huesudos, Caronte, que es el nombre del barquero, vuelve su rostro hacia mí y en ese instante comprendo todo el proceso  comprendo lo que había ocurrido solo hacia unos segundos. Grito con todas mis fuerzas y me despierto en mi cama bañado en sudor. Los rayos del sol amaneciendo entran por la ventana de mi dormitorio y respiro aliviado, dispongo de otro día mas, ¡Que alivio!...
En la ciudad de Málaga a 17 de septiembre del año 2013.

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